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«Yo nunca fui a una escuela de arte. No tengo idea de que sea un pincel para pintar» – Noel Gallagher.

«Yo si. Me enseñaron a respetar el trabajo de los demás artistas» – Thom Yorke.

Hoy va a ser el día en el que te va a tocar a tí. A estas alturas ya debes de saber que hacer. Pero la verdad es que no lo sé, porque eso, bueno eso, pues nunca sucede.

Nunca aceptes la derrota, sin embargo hay que aprender a tener el coraje de fracasar y de seguir intentándolo aún cuando el resultado parezca imposible. Hay días que no son simples, donde pierdo el aliento, donde tengo que aprender a estar con esa persona que siempre me acompaña, conmigo mismo, con mis fórmulas, los pixeles y la guitarra de Cat Power. Hay muchas cosas que quisiera decir, pero no sé como.

Hoy iba a ser el día pero nunca te toco a tí. A estas alturas ya debes de saber que no hacer. Pues no, tampoco se que no hacer. Pero por lo pronto ya me desahogué.

Aquí van las cosas que he pensado. No hay gente etiquetada, es para que lo lea quien lo quiera leer. Es para que no vean lo inepto que soy al escribir. Aquí van, pues, las ideas del camino de regreso, de los martes de lluvia, de cuando después de la angustia no hay nada.

Hay cosas que se fracturan, y duelen más que los huesos. Pero con el tiempo, hasta los huesos se pueden reparar. Todo es para bien. Nunca me he ganado nada, tampoco he destacado en ningun deporte y a veces no sé si es estar obstinado o tener pasión por algo, pero así es el camino que he elegido. Pero estoy bien así, sé que las cosas que tengo me han costado, nadie regala nada. Pero a veces las cosas que toco se rompen, cuando crees que vas bien, resulta que no es así. Pero ya entenderé que de ese modo tienen que ser las cosas.

Obstáculos.

De eso están hechos los momentos, de saber vencerlos. De tener confianza. De detenerse y respirar. Todo es para bien. Esta es la lección que a cada quien nos toco aprender y esforzarnos por encontrar el sagrado regreso a nosotros mismos. ¡Hombre! De aprender a perdornar, y por encima de todos, perdornar a nosotros mismos, de dejar de vivir con réncor. Cuando se vive con réncor, vivimos castigándonos, y el día que podemos perdonarnos es la catástrofe porque todo ese réncor con el que vivimos, con el que fundamos nuestro camino por la vida ya no tiene importancia. Hay que aprender a sanar.

Después hubo silencio.

Para poder pensar, para reflexionar. Claro que se seguía escuchando la inclemencia de la ciudad, los comentarios sin sentido del fútbol, la urgencia de llegar a casa, pero tenemos que encontrar nuestro silencio. Hace falta tener paz, eliminar la angustia y la ansiedad. No queda más que el accidente que ocurre en el impacto de mis dedos con el teclado. Si, si, todo es para bien.

Se quema el pasado.

Que bueno que se queme el pasado, hasta los cretinos se tienen que morir algún día. Todo es para bien, porque son esas cosas, son esa cadena de eventos, esa combinación de decisiones las que nos han traido hasta aquí, a que leas esto, a que escriba esto, también somos todos esos lugares que hemos pisado. No llores, que te ahogas en canciones. No llores que se ahoga contigo la noche y se va todo al demonio. Por eso prefiero el sonido de la guitarra, el piano y tú: instrumento de hueso y músculos y cabello ondulado de vez en vez y ojos verdes.

No me dejes ir esta noche – Lykke Li

Todo es para bien, siempre hay solución. Hay esperanza, de todas las maneras. (Ya va a pasar. Ya va a pasar. Ya va a pasar).

A esa hora llego a mi casa. Pienso en mejores días. Pienso en que este haciendo lo correcto. Hay cosas de las cuales no estoy muy seguro. Todos los días que paso por ese puente, siento como empieza a tambalearse por la fuerza de los camiones que pasan por debajo. Me pregunto si está vez será la que se derrumbe, conmigo sobre él. Los oficinistas tal vez no lo noten, pero yo si. El sabor a tinta se me está haciendo ya costumbre, pero sólo tengo que aguantar un poco más. ¿Por qué me hace esto?

Y por los sonidos, y por los aromas, por los sabores, por los roces.
Por los días aburridos. Por los días imborrables.
Es por la angustia que nace en nosotros cuando sientes que está por terminarse esa canción que te hace pensar en ella.
Es por las personas que nunca pensaste perdonar. Y que te perdonaron.

La portada es un instante capturado que nos muestra un foco que deja escapar fragmentos del sólido que lo conforma.
Because of the times.
Es por la sonrisa del ser amado.
Es por esa frase que nos recuerda que no hay que olvidarse de amar antes de irnos.
Es una postal.
Come Around Sundown.

Es por ese atardecer en Santa Monica, es por la inmensidad de Los Angeles.
Es por los fantasmas de Laura Marling.
New Romantic. Escúchale despacito.
Es por las noches de fiebre.
Por las metas planteadas, por la recompensa obtenida.

Es porque nada es tan pequeño como para no saberlo, ni nada es tan grande como para no intentarlo.
Es por el desorden de mi alcoba, los libros que se quedan a medias, los cables y las teclas.
Es el sonido del grafito de un lápiz patinando sobre las hojas de mi cuadernito.
Es a causa de los momentos que nos faltaron compartir.

Es por el deseo de retratar mis sinceros sentimientos en una imagen, en un juego, en una experiencia.
El deseo de querer compartir con una audiencia la encarnación de nuestro paso por la vida.
El deseo de la lucha continua por ser un mejor hombre.
El deseo de tener que esperar menos de 10 minutos por un render con VRay.

Y finalmente, por  el deseo de ver estos deseos realizados.

Es por lo que este año le dejo a cada uno de nosotros. Por que del Toreo ya no queda ni el esqueleto. Porque no existe el fracaso, sólo cambiamos de camino. Porque hay que preocuparnos por buscar la felicidad individual. Amélie tiene todo el derecho de echar a perder su vida si así lo desea. Los amigos de guardia que frenan las balas cuando la vida tira a matar. El escalofrío que sentiste cuando a coro escuchaste «Rosemary…» en el Corona Capital. La voluntad de seguir empujando hacía adelante, aunque sea un poquitito.

Es por los momentos con ustedes.

Feliz 2011.

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Me quedan 15 minutos para que esto quede registrado en el día vigésimo primero del mes de Octubre. Hoy siento que no me fue tan bien. Las clases cada día me hacen recordar todos los libros que me hacen falta por leer. El sol de Otoño hace que ame más los días nublados, es insoportable. Un poco cansado y confundido, prometo que la próxima vez haré mejor las cosas.

Al final no fue tan malo, A se puso mis lentes, se ve bellísima, ella dice que no, pero yo pienso lo contrario. Basta con que esa mujer sonría para que se me olviden los problemas y tome otra oportunidad para ser un mejor hombre. Suena On The Radio de Regina Spektor en mis audífonos, siempre es una tortura despedirse. Me pongo el gorrito de la sudadera y a pesar de esos 15 minutos con A, el día de hoy me pareció tan hueco, tan falto de presencia. Odio los días como hoy.

 

El problema es que estás enamorada de alguien más

 

¿Le sobran? ¿Le faltan? Los accesos estaban a reventar, lleve la playera del evento.

Tú pon el día, sabes muy bien lo que siento. Tuve mis dudas, estoy enamorado de algo real. Era lo que se escuchaba en una noche de sábado, ya sabes, mis payasadas. Estar frente a ese escenario, escuchando las vibraciones que nos recuerdan nuestros días, las tardes heladas de skate al sur de la ciudad, las noches ebrias y la urgencia de llamar a ese ser querido.

Interpol es entonces, ese sonido que significa las noches que paso sin dormir pensando en ti. Si, pensando en ti. Significa la emoción de gritar al escuchar Slow Hands, el escalofrío que sube por toda tu espalda cuando a coro retumba la frase inicial de Evil. Rosemary…

Would you put my hands away…? Le confías tu existencia a las notas que salen de los amplificadores. Se apagan las luces y salen del escenario. La gente no quiere irse, la esencia sigue ahí presente. De repente todo se ilumina, quienes tuvieron fe de que esto no era el final son recompensados con unas cuantas canciones más. Para no olvidar. Para darle significado y después pensar en ti… otra vez.

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//¿Y tus miradas dónde irán?

Por lo general, durante un concierto, si el grupo en escena lo considera, realizan lo que conocemos como un interludio. De este modo viajamos de una canción a otra con una pieza que puede ser improvisada o que ya conozcamos. Algo parecido sucede estos días.

De repente te encuentras en una montaña rusa de emociones, hay días que crees que lo puedes todo, hay otros donde el poema que te hizo llorar la noche anterior al día siguiente apenas te importa. Podría decir que estamos en pausa, pero más que una pausa es un tramo sin altibajos dentro de esta travesía, es descansar.

Las cosas están cambiando, sin embargo no son cambios que se notan, son como ese interludio, donde no sabes como fue que termino esa canción que te derrota en el sillón y cuando te das cuenta está sonando esa parte que te recuerda a principios de septiembre, sin saber cómo fue que terminaste ahí. Te diluyes.